Dicen que año nueva, vida nueva. Y nunca me pareció más trillado, pero heme aquí. El 2019 empezó como todos los años, con todo el mundo yéndose a dormir luego del brindis. Pero yo no quería dormir temprano, nunca quiero dormir temprano, aunque tampoco es como si tuviera con quien desvelarme, eso es lo más triste. Así fue como empecé el año viendo la tercera temporada de una serie animada, y cuando me rendí, caí en los brazos de Morfeo. ENERO pasó en un abrir y cerrar de ojos. Comencé a tener una rutina diaria, de cuidado personal, caminar por la mañana, alimentar mi alma mediante meditación y reflexión, OBVIO literatura, y quererme un poco más. Un hecho de suma importancia fue el nacimiento de mi amado sobrino, todavía recuerdo ese domingo de mayo, en el que mi hermana nos confesó su embarazo, no podía creerlo, LITERAL, lloré porque pensé que estaban bromeando, pero me sentí tan feliz que no cabía en mi misma. Luego dije FEBRERO SORPRÉNDEME, y adivinen qué, YASSS ahora es